

El predio perteneció a la empresa Ferrocarriles del Estado de Chile hasta el año 2001, en que fue entregado al municipio local. El complejo está compuesto por cuatro edificios: la Carbonera, donde se almacenaban hasta 3.000 toneladas de carbón de piedra; la Maestranza, destinada a la reparación de las máquinas; la Administración, que en la actualidad funciona como galería de arte; y la Casa de Máquinas.

Donde se guarda el tesoro
La Casa de Máquinas, hoy Museo de Sitio, luce una increíble colección de joyas ferroviarias que han sido restauradas manteniendo sus características originales.
Doce viejas locomotoras a vapor tipo 54, 57, 70 y 80, nueve vagones, dos buscarriles y una máquina a electrodiesel que antes guardaban silencio y juntaban polvo hoy forman parte del patrimonio del museo.
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Una de sus más preciadas reliquias es la locomotora denominada ES Nº1 (Especial Servicio). Construido en 1923 en Alemania por la fábrica Linke Hofmann Lauchhammer, el coche fue en principio utilizado por el director general de ferrocarriles pero en 1954, con motivo de la visita del entonces presidente de Argentina, Juan Domingo Perón, pasó a funcionar como vagón oficial. |
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Además de Perón, en él viajaron los presidentes chilenos Jorge Alessandri Rodríguez, Eduardo Frei Montalva, Salvador Allende Gossens y Patricio Aylwin Azócar. También llevó a la poetisa Gabriela Mistral a Valparaíso para asistir a un homenaje oficial en la década del 50, antes de su muerte en los EEUU. En la actualidad, todos los visitantes del museo tienen la posibilidad de recorrer su interior, exquisitamente decorado y revestido en raíces de nogal, con dos dormitorios en suite, un living-comedor de estilo normando y tapizado en cuero color negro. |
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Pero además de mostrar este coche cargado de historia chilena, el Museo Ferroviario pretende dar vida y movimiento nuevamente a estos trenes. En poco tiempo se pondrá en marcha del tren turístico de la Araucanía para revivir el romanticismo de los viajes a vapor. Pablo y los trenes La infancia de Neftalí Reyes Basoalto, más conocido por el nombre Pablo Neruda que adoptara a partir de 1946, pasó en la Maestranza, entre los trenes que su padre conducía de Temuco a Santiago. |

Pablo creció jugando en las locomotoras y los rieles, por eso en algunas de sus obras póstumas, como Confieso que he vivido, refleja esta parte de su vida ligada a los ferrocarriles y a la ciudad que lo vió nacer como hombre de letras
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